22 diciembre 2006

Jo jo jo jo joooo


Amigos y amigas, feliz navidad para todos ustedes, para los que quieren y para los que ya no quieren también. En estas fechas hacen bien las catarsis, las respiraciones profundas y los pensamientos estúpidos.
Nada es tan grave en la vida como para deprimirse y nada tan maravilloso como para soñar despiertos... las cosas son como queremos que sean.
Y para mí, estas fechas son hermosas y por eso las comparto con todos ustedes. Los quiero a todos cerca el 2007, pues se vienen cosas importantes. Estoy seguro que será un año muy especial.

FELIZ NAVIDAD

31 octubre 2006

La partida de mi mejor amigo


El día 22 de noviembre del año 1990 me llamó mi hermano a la casa y me pidió que fuera el fin de semana a ayudarlo con el cambio de casa. Ese sábado llegué a las 10 con jeans y polera listo para subir maletas y cajas a una vieja camioneta Ford que trasladaría todas las pertenencias de Mauricio de la pseudo parcela en el 31 de Vicuña a su nuevo hogar.

Apenas llegué pregunté por la "Coca", le perrita fiel de mi hermano. "Ahí atrás está, tuvo sus cachorritos la semana pasada". Fui a lo más alejado del patio, bajo el sauce, y ahí estaba la quiltrita, con ojitos de alegría de verme y con 6 o 7 porquerías negras luchando por sacar leche de sus tetas.

Obviamente el cambio de casa pasó a segundo plano y me dediqué por completo a zamarrear a los recién nacidos, alimentar a la Coca y pensar de qué modo podía evitar un destino fatal: Mi hermano sólo se llevaría a uno de los perros nuevos con él y todo el resto, incluídos la Coca, se quedaban en ese lugar al amparo de su suerte.

Cuento corto, agarré a los dos más juguetones y me los llevé en los bolsillos laterales de una mochila. Se fueron llorando todo el camino de La Florida a Providencia, se cagaron, se mearon y hasta vomitaron. Pero llegaron bien, literalmente "vivitos y coleando".

--¡Dónde vas a dejar esos perros, Leonardo!!! Acá en la casa no te admito perros-- me dijo mi madre apenas me vio llegar.
--Madre, se van a quedar unos días mientras les encuentro un hogar.
-- Mañana no los quiero ver aquí-- dice mirando con horror el instante preciso en que uno de ellos dejó su primer surullo en la alfombra.

Pasaron tres días hasta que logré regalar uno (el más bonito) a una amiga. Pero pasó una semana, dos y un mes completo, y el segundo cachorro no encontraba lugar ni dueño. Ya en diciembre, lo llevé al último día de clases al Colegio, justo antes de egresar de Cuarto Medio. Todos lo vieron, jugaron con él y asumieron que era mío.

-- ¿Cómo se llama? -- me preguntó Pedro Ayala.
-- No sé, no es mío, ando buscándole dueño.
-- Compadre, se nota que ya es suyo. Si hasta le mueve la cola de puro verlo.

La verdad es que yo ya no quería regalarlo. Había conseguido que mi madre lo aceptara y hasta le habíamos comprado un "patito" que es como una mamadera de vidrio que usan las guaguas recién nacidas, para que tomara leche. Fue justo antes de Navidad que decidí llevarlo al veterinario y ponerle sus vacunas.

-- ¿Nombre del perrito? -- me dijo la niña.
-- SLY.
-- ¿Cómo se escribe?
-- Ese, ele, igriega... "eslay".

El nombre lo decidí por tres razones. El primero es la originalidad. Aún no conozco otro perro llamado igual. El segundo es que en el inglés británico significa "astuto". Y la tercera razón es que es el diminutivo del nombre Sylvester, nombre que se hizo conocido con Stallone y su saga de Rocky... y "Rocky" era el nombre del padre de esta criatura, un Pastor Alemán inscrito y todo que se metió con la quiltrita de la Coca.

Del 90 al 2006 tenemos exactamente 16 años, los mismo que ha vivido mi amigo Sly. En ese lapso ha recorrido miles de millones de veces los parques de Carlos Antúnez, se ha arrancado en una veintena de oportunidades y todas las veces volvió, viajó conmigo a la playa y el campo, se metió con cuanta perra paseaba por Providencia, se hizo más conocido que yo en el sector ("Ahí va el dueño del Sly", decían...), le sacó la cresta hasta a perros que los alimentaban con carne cruda y más encima se transformó en un gimnasta olímpico debido a sus aptitudes para saltar por sobre los 2 metros sin necesidad de tomar vuelo.

Pero 16 años para mí, en los que estudié dos carreras, pololié 14 veces, trabajé en 8 empresas, armé un diario electrónico y hasta me cambié a vivir solo, se han transformado en más de 110 para mi viejo y querido Sly. Ya pueden imaginar su deterioro físico y mental, lo que me lleva cada vez más seguido al veterinario. Y la última vez que lo llevé con mi madre fue muy fuerte.

-- El perrito se ve bien, no tiene alteraciones en la sangre. Tiene los órganos de un perro joven, pero claramente esta muy disminuido, muy viejito...
-- ¿Y?
-- ...y en esas condiciones yo recomiendo aplicarle la Eutanasia.

Con mi madre nos pusimos los dos a llorar. Cuando llegamos a la casa y vimos al Sly tirado en su rincón lo abrazamos hasta tarde y le pedimos perdón por la decisión que debíamos tomar, por su bien, por que no queremos que un perro que fue mi compañero de adolescencia y como un hijo para mi madre de lástima con su deterioro.

Este sábado 4 de noviembre, a tres días de su cumpleaños número 16, el Sly sentirá el pinchazo que lo dormirá para siempre. Aún no acepto esto, aún lloro cuando veo que el día está más cerca y que de mí depende que viva unos días más. Pero por otra parte siento que soy egoísta si sigo manteniendo con vida a mi mejor amigo, sólo para no tener que cargar con la responsabilidad de su muerte.

Al Sly le di todo lo que un amo puede dar a su mascota. Todo. Al vivir en departamento tuve que responsabilizarme por sus cuatro paseos al día los siete días a la semana. Pero sus lamidos en la cara, su salto sobre la cama para despertarme y su absoluta felicidad por estar conmigo y mi familia, lo paga todo.

Me quedo con los más lindos recuerdos de un amigo ejemplar, que junto a mi padre, mi abuelo, maá algunos amigos y tíos, me acompañará desde el infinito azul del cielo. Adiós Sly.

16 septiembre 2006

Entre 17 y 19

Por alguna extraña razón, los 18's de septiembre nunca pasan desapercibidos por mi vida. Sin exagerar, podría escribir un libro plagado de aventuras sólo con las diversas vivencias asociados a las fiestas patrias. Y mientras escribo esto, de más cosas me acuerdo, cosas olvidadas hasta este preciso minuto.

ALGUNAS POSTALES (sin orden cronológico, para confundir fechas): Leo besando la tierra mientras el hermano mayor baja la segunda botella de chicha al seco. Leo zapateando una cueca sin música ni fonda (jejeje). Leo bajándose rápido de un auto para que no pasen un parte. Leo en Viña jurando de guata que estaba en Valparaíso. Leo saliendo el 17 en la tarde y llegando el 20 a los pastos de la Universidad de Santiago. Leo jugando a ser papá con una niña hermosa, cuya madre no soltaba mi mano. Leo solo en su oficina con botellas vacías de diversas marcas y tipos. Leo en Miami abrazado de Tribilín justo fuera del Castillo de Disneylandia (y no estaba curado, viaje en esa fecha a EE.UU.). Leo abrazado a ella ("ella", poh) bajo la luna y junto a una fogata, tomando vino y conversando. Leo en una fonda de verdad bailando cueca mejor que el mejor de los huasos de allá (y la huasa con que bailaba aún es mi amiga). Leo fashion en la Estación Mapocho.

Quizá algún día me anime a contar algunos de esos carretes memorables en este blog. O quizá derechamente escriba el libro y lo publique, jajaja. No sé... lo claro es que HOY no será el momento en que haga trabajar las neuronas con lo añejo. Si cada 18 que ha pasado me ha deparado aventuras... ¿Por qué razón éste 18 debería ser diferente?

Mejor me alisto para lo que comienza hoy y termina... ¿El martes? A ver si luego de todo esto les cuento cómo anduvo este 18. Por lo pronto parto a juntarme con parte de mi familia a la VII Región, previo "aro-aro" por Curicó, donde estas fiestas se viven de manera intensa. Muy intensa.

13 septiembre 2006

Give me a break

Mil veces me he preguntado qué es peor (o mejor): si castigar a una persona sin mostrarle cuál fue su error... o mostrarle el error, buscar sus disculpas, pero igualmente castigarlo.

¿Qué es mejor? ¿Un ciego de nacimiento que nunca pudo ver los cosas del mundo o uno que queda ciego después de maravillarse con el mundo? ¿Nunca tener lo que uno buscó o perder todo lo que se tuvo y quedar con nada?

Me cuesta entender dónde está lo bueno de las cosas malas que nos pasan. Soy optimista por naturaleza, pero tampoco tan imbécil como para creer que todas las cosas malas sirven para algo.

Un poco de oxígeno, por favor. Por favor... plis...

08 septiembre 2006

Un abrazo especial

Hoy llegué a casa de mi madre y ya venía con la idea que algo distinto ocurriría. ¿Percepción? Da lo mismo, el tema es que el corazón palpitaba distinto, más rápido...

Abrí la puerta y me encontré con mi madre que bajaba las escaleras. Apenas la miré noté que retenía algo, su cara estaba extraña. "Baja", le dije con los brazos abiertos. Mientras lo hacía lentamente me iba preguntando cómo estaba, explicando que el almuerzo ya estaba listo y otras cosas. Hasta que llegó frente a mí. Estiré los brazos y la abracé.

Al principio me rechazó, pero la tomé más fuerte y la besé en la mejilla. Sin decir palabra puso su cabecita en el hombro y se puso a llorar. Y lloró y lloró, unos cinco minutos sin parar y sin decir nada, solo recibiendo desprotegida mis cariños y besos.

Tan fuerte fue el momento que hasta a mí se me arrancaron unas lágrimas.

Cuando la pena (o quizá angustia) pasó, nos separamos levemente y pude intercambiar algunas palabras...

-- Te quero madre.
-- Yo también.
-- No tengas pena, no hay nada que no podamos solucionar juntos.
-- Si sé... pero tengo pena y no sé por qué.
-- Te quero madre.
-- Yo también.

Almorzamos de manera normal, saqué al perro y me fui a la pega tras un dulce beso. Ya en el metro la llamé...

-- ¿Aló?
-- Soy yo... era para decirte que te quiero.
-- Gracias (un suspiro). Yo también.
-- Fuerza, que ya vas a estar bien.
-- Gracias.

Cortamos.

La situación vivida me recordó que tengo la gran fortuna de poder hacerme cargo de mi madre, ayudarla con sus cosas y acompañarla para que no se sienta sola... la soledad es el peor enemigo de la vejez. Sentí que ella está orgullosa de mí y eso me llena el alma.

Hoy le devolví la mano... recordé de las tantas veces en que sus brazos rodearon mi cuerpo cuando tenía pena, haciendome sentir protegido y amado. Hoy, por un instante, pude llenar sus necesidades de cariño y comprensión.

22 agosto 2006

La internacionalización del Parque

Por Providencia y entre las calles Antonio Varas y Carlos Antúnez, justo atrás de donde lucen una plaza llamada Juan XXIII, una Iglesia y dos torres de veintitantos pisos, hay un parque. Pero no uno cualquiera, sino El Parque.

¿Vamos al parque? ¿Nos juntamos en el parque? ¡Voy a estar en el parque! Estas eran frases típicas entre los 14 y los 17 años, especialmente en vacaciones, donde "la cancha" y "el gimnasio" eran los lugares complementarios a los verdes pastos por donde pasábamos con mis amigos tardes enteras. Y noches enteras. Y todos los días del mes.

Las caras eran siempre las mismas. Una patota de veinte, entre hombres y mujeres, nos juntábamos a mil cosas diferentes: Tocar guitarra, jugar a la pelota, preparar una fiesta en el departamento de alguno de nosotros, sentarse, tomar vino en caja, pololear, pelear a combos y todo lo que se hace a esa edad.

Era un grupo cerrado, todos nos conocíamos, pero cuando alguien se integraba lo hacía para siempre. Fue así como llegaron tres personajes que hasta el día de hoy recuerdo con agrado. El primero era "el gringo". Christopher, se llama (estuvo por Santiago hace exactamente siete meses y sigue igual), un norteamericano típico (rubio, arrasaba con las minas, medio gil) que no tuvo problemas en integrarse junto a su hermana, Lisa, al grupo del Parque. ¡Qué huevón más simpático! A pesar de verlo hace poco, siempre me acuerdo que un día nos despedimos como siempre a eso de la medianoche y 24 horas después estaba en un avión a Seattle, del que no volvería hasta en más de 15 años.

El segundo personaje estoy seguro que debe ser el más olvidado por todos los amigotes que lo conocimos. "El Español". ¿Joaquín se llamaba? No estoy seguro, pero puede ser, pues no sé si existe un nombre más español que ese: Joaquín. Bueno, como sea, el tipo tuvo una integración más dificultosa, pues estábamos más grandes y el era más pequeño. Lo hicimos fumar, tomar y pelear hasta que el tipo se aburrió y un buen día desapareció para siempre jamás. ¿Por qué me acuerdo de él? Un día me dijo que se quería quedar en Chile, pero eso era imposible pues su papá era de España y su madre volvería a estar con él tras seis meses de separación. Y me dio pena no poder ayudarlo a cumplir su deseo. De alguna forma no verbal me expresó que no quería... NO QUERÍA volver a España... Nunca supe por qué, pero se fue y nada hice al respecto.

La última persona es una mujer, una niña que se robó el corazón de todos, el mío, el de mi mejor amigo de entonces, el de mi enemigo público declarado, de todos... Pamela venía de Ecuador con su hermano y su mamá por un tiempo indefinido. Tan indefinido que sigue acá en chilito. Nos contactamos hace 16 meses por una ex polola que se la encontró y nos juntamos a conversar y recordar viejas historias de ese Parque que abrió este posteo.

Si bien todos los amigotes la conocimos al mismo tiempo, tuve la suerte de compartir más con ella gracias a mi lado Nerd. Jajajaja, es una estupidez esto que voy a contar, pero... Ocurre que Pamela venía con pésima base en matemáticas y yo, era el perfecto imbécil que sacaba la suma de 18958762,2 más 1599563,7 en tres segundos y sin calculadora. Entonces la madre me ofreció hacerle clases por un billetito. ¡La suerte! Me iba con platita y podía estar solo con ella unos 60 minutos. Ni idea si le enseñaba o si aprendía matemáticas la niña... lo importante es que estaba con ella, tomaba tecito, tanteaba terreno... ¡Qué boludo, Dios mío! Pero a pesar de todo, en algún momento le gusté y no se atrevió a decírmelo.

Esa es Pamela. Sigue igual pero diferente. Si la veo en la calle la hubiese reconocido a kilómetros, a pesar de que muchas cosas de ella ya no están. No viene al caso explicar cuáles, pues seguro son las cosas que con ojos de "pendejo" me hacían estar enamorado de ella. ¿Mejor o peor? No viene al caso comentarlas tampoco, a ella ya se lo dije personalmente. Lo importante es que aún es pronto para habla de mi "amiga" y mucho menos de algo más. Sólo se que estoy conociendo a una persona que se parece mucho a la Pame tímida, tierna, Wally (talla entre ambos), despistada del Parque. Una mujer con mil vivencias y otras mil por vivir. Al menos me he preocupado de cambiar las matemáticas por unas copas de vino y de dejarme sorprender con sus viajes, sus extrañas historias y sus sueños independentistas.

01 agosto 2006

Agite y sirva

Ufff!!!!

Ayer terminé mi último examen de Teatro (tuve que disfrazarme de pájaro tipo Tutu Tutu después de la bomba atómica, VER FOTO) y quedé exhausto. Literalmente reventado. Sumemos: Hace tres semanas estaba tomando exámenes como profe de la UNAB y entregando notas... hace dos semanas levantando un Plan de Contingencia en DiarioPyme para mejorar los resultados comerciales que no han mejorado como esperábamos... y hace una semana estaba a full tratando de pasar los seis ramos de Teatro (lo logré...) del primer semestre.

Ayer lunes fue el último esfuerzo para el ramo de vocal. Actué mal, la historia era mala, la profe era mala, el grupo era malo y hasta el día estaba más helado que la chachu... pero filo. Era el último y con la felicidad de salir de "vacaciones" (un concepto que debo meditar qué significado tiene para mí), le di pa´delante no más.

Con el vuelito estoy escribiendo. Parte el mes de los gatos y tengo que cargar pilas o me voy a echar las ocho vidas en estas cuatro semanas de arduo trabajo por todos lados. Para donde mire hay obligaciones.

Pero filo. ¡FILO!

Tengo el alma más feliz que la cresta. Disfruto los almuerzos con mi vieja o mis cumpas de trabajo, las salidas con la lola, las conversas con los amigos y todo lo que hago. No me queda tiempo para nada porque hago de todo. Lo que quiero y lo que debo hacer, no sólo las obligaciones. Y mientras pueda, démosle.

Me vendría re bien una ayudita divina para ganarme unos pasajes al lugar que sea para descansar un rato, así que me voy a pegar unas rezaditas a ver si resulta... Mientras, fotos de mis agitados y bien servidos últimos días de existencia.

Uno de los dos cursos de la UNAB, ayudante Guajars incluído...

10 julio 2006

Mejor no lo lea


Tuvieron que pasar varias semanas antes de encontrar esa extraña inspiración que me lleva a poblar este autorreferente blog. Quizá fue el cumplir los treinta y tres lo que me adormeció, quizá el no tener nada que decir o quizá lo vertiginoso del tiempo que respiro por estos días. Da lo mismo. La mufa se rompió.

Mayo fue un caos total. Me parece haber vivido un siglo desde que me cantaron el Feliz Cumpleaños hasta este momento en que me encuentro tranquilo en casa tras ver la final del Mundial de Fútbol Alemania 2006. Mientras los pocos italianos que viven en Chile y los cientos de chilenos que se creen italianos celebran en las calles el triunfo sobre los galos, yo me concentro en tratar de resumir las cosas que me parecieron importantes en este extraño lapso de tiempo.

Debo partir confesando un fuerte ortracismo, ganas de no ver mucha gente ni conversar grandes temas de la vida. Más bien ganas de ser un poco "light" y olvidarme un poco de las reglas que rigen mi comportamiento habitual. ¿Influenciado por el Teatro? No sé, las clases están estancadas pues se vienen los exámenes y con ello el sufrimiento de hacerme tiempo donde no existe para asistir a los ensayos.

No existe mucho disfrute en la última parte del primer semestre como estudiante, pero estoy consciente que debo apegarme a las reglas del juego y tratar de avanzar como sea para llegar a esos ramos que se ven mucho más entretenidos como "dramaturgia", "títeres" o "pedagogía teatral". Quizá sea sólo "actuación" lo que más me motiva, aún cuando hay pocas puestas en escena y mucho movimiento... ¡Cresta que me cuesta el tema corporal! Sufro haciendo esos saltos medios maracos que pide el profesor. Pero me lo estoy tomando como un desafío personal y la oportunidad de hacer las pases con mi cuerpo, aceptarlo y cuidarlo para ponerlo al servicio de las interpretaciones que tengo en mente.

En resumen, Teatro está en stand by, más concentrado en conocer a mis compañeros y ordenar mis atribulados horarios.

La pega es quizá el mayor caos de todo, pero a la vez la fuente de mis mayores alegrías. Me incomoda empezar cada día con cien tareas atrasadas y otras veinte por cumplir, pero me da satisfacción llegar a casa con la sensación de poder con todo. Estoy aprovechando este momento en mi vida que me tiene solo en términos amorosos para enamorarme de lo que parece el último tramo para lograr un éxito real y menos relativo con DiarioPyme.

Se ha formado un equipo de trabajo que aún no cuaja del todo pero que tiene "ganas". Me situé como líder de cinco cabezas humanas que en tres semanas más serán seis. Vuelve al diario la Jéssica, la periodista más aperrada que conozco, con un genio de los mil demonios, pero con una capacidad de trabajo que asombra a cualquiera. Me da felicidad saber que ahí tendré un gran apoyo en lo que se refiere a la pega periodística, dejándome más tiempo para dedicárselo al tema creativo y administrativo.

Distinto es el tema de BonMeyer, el emprendimiento que partió como un juego y que hoy concentra mis expectativas a mediano plazo. Estamos creando una página web con un servicio que considero re innovador y que si tenemos un poco de suerte, muy pronto se podría transformar en una fuente de ingresos y éxitos relevante. No supe cómo me comprometí al cien por ciento con Rodrigo y Andrés, así que bien, todo bien.

La familia va viento en popa. Mi madre anda con una salud delicada y un bolsillo bastante pobre, pero he podido dar el apoyo necesario y entregarle la tranquilidad que necesita una mujer de setenta y tantos. El mismo día de mi cumpleaños coincidió con el día de la madre y un partido de fútbol que tuvo el Mauri en San Antonio, así que junto a mi hermano partimos los cuatro a la costa a celebrar todo: el día de mi viejuja, el triunfo de mi sobrino y mis 33.

Ya veníamos de vuelta en el auto con mi hermano cuando me llamó la Claudia para desearme un feliz cumple y darme un regalo que no sé por qué, no me sorprendió: "Tío, vas a ser tío-abuelo". Al otro día la fui a ver al hotel donde trabaja y la abracé fuerte, le llevé unos chocolates y le dije que estaba feliz por la hija que esperaba. "Ojalá sea hombre", me dijo, pero a las dos semanas se confirmó que sería niñita.

Quizá más que sorprenderme, me dejó preocupado el distanciamiento que han tenido con la familia la Cristi y la Clau. Me incomoda pensar que una nueva integrante viene a este mundo con una madre y una abuela que no llaman, que no aparecen para las reuniones familiares (en junio estuvo de cumple el Mauri y la Maca) y que no aceptan invitaciones. Lamentablemente no puedo ocuparme de estos asuntos, pero no por eso se me olvida. Ojalá las cosas cambien antes de que esa hermosa niña se pierda el cariño de quienes la vamos a querer con el alma por seguir el ejemplo de su núcleo familiar.

El amor, ya está dicho, está congelado. He salido harto y he conocido varias minocas, pero todas clasifican sólo para "el rato" y ninguna rompe mi ostracismo en el que sigo inmerso a pesar de estas vagas líneas. Sería mentir decir que me da lo mismo esta situación, como tampoco sería cierto decir que estoy sufriendo. Busco sin desesperar. Tras la última experiencia me quedó claro que no sirvo para estar con alguien para burlar la soledad. Otros pueden, yo no. A mí no me gusta ni me hace bien.

En mi rol de profe hay poco que decir. Esta semana tomo exámenes finales y parece ser que todo saldrá sin problemas. Cumplí, tuve una excelente relación personal y académica con los más de 50 alumnos que conocí en los dos cursos del primer semestre y ya. De todas maneras que el sentirme querido por ellos y por otros que ya están en segundo y tercer año de periodismo ha sido el mayor premio a una labor que ya lleva tres años y que me parece seguirá así al menos un año más.

Al leer esto me aburrí. Perdón mi estimado lector por aburrirlo con este plano texto sin sentido, pero se lo advertí en el título: "Mejor no lo lea". Y es que el objetivo se cumple con el simple hecho de escribir, de parar unos minutos de trabajar y dedicarle un tiempo a esta bitácora web que dormía hace casi dos meses.
Como dijo Nito Mestre antes de cantar la última canción como Sui Géneri: "Calma muchachos, ya vendrán tiempos mejores".

PD: Gracias Cuqui por animarme a escribir!!!

11 mayo 2006

Estoy en cana


El otro día me estaba mirando al espejo y me encontrá una cana, de esas que no "parecen cana", sino una hecha y derecha, que dolía si me la tiraba y que resaltaba entre la mancha castaña que forma mi patilla izquierda. Confieso que asusté, me sorprendí, me preocupé. La dejé olvidada y fui al cepillo de dientes, a la pasta, al vaso con agua y al enjuague bucal. Me llegaron a doler las encías de lo fuerte que me cepillé, quizá botando una incipiente furia por tan triste hallazgo.

¿Me estoy volviendo viejo? No se me olvida una tapa de un libro que me regalaron en el Colegio el día que egresé de 8vo Básico: "La Evolución del Hombre", de un inglés que analizaba la teoría de la evolución con los procesos del envejecimiento. El libro nunca lo leí, pero la tapa siempre se las arreglaba para estar encima de mi escritorio cada vez que hacía tareas. En esa portada aparecía la imagen de un bebé que luego se transformaba en niño, luego en joven, luego en adulto, en adulto mayor, en un viejo y todo terminaba en huesos.

Tal resumen me imapactó y quizá por ello nunca lo olvidé. En ese tiempo me identificaba con el niño que comenzaba a cambiar y su cuerpo tomaba formas más delineadas, más atléticas y más gruesas. Justo al centro de la portada estaba el joven adulto, ese de maletín y corbata que muchas veces aparece frente a mi espejo, el más alto de todos los que estaban en el dibujo. Si se tratase de un gráfico, diría que era el punto más alto y luego comenzaba a decaer.

Me asusto con mis primeras canas pues pueden significar que en la elípsis de la vida estoy comenzando a decaer. Y no me refiero a mi ánimo, a mi deseo sexual, a mis ganas de vivir ni a nada más que a lo físico. A tener canas y a despertar con un estómago levemente más abultado que el que se acostó a dormir.

De puro curioso volví a revisar el sector donde me encontré con esta invitada de piedra, quizá con el secreto deseo de que hubiese desaparecido. Pero ahí estaba y... ¡horror! Más atrás habías tres compinches más asomándose. De pronto caigo en cuenta que la patilla que revisaba era la derecha y no la izquiera inicial. Es decir... ¿Qué? Son varias canas, me invaden, están tomándose mi cabeza!!!

Pero eso no es todo. Miré esa cara que cada mañana sufre mutaciones desde que sale de las sábanas hasta que pasa por la afeitadora, la colonia y los lentes. No encontré arrugas pero las ojeras estaban bastante más marcadas que hace unos años. El pelo parecía recogerse y la frente ganar terreno. La boca más fina y menos dispuesta a sonreír. Los pómulos menos rojos de los que aparecen en la foto de hace unos años atrás. Y los ojos, brillantes pero más analíticos y menos infantiles.

He cambiado, pucha que he cambiado. Mis cercanos me dicen que no represento la edad que tengo, pero eso da lo mismo. Estoy cambiando, estoy más parecido a mi padre y a mi madre. Cuando troto (ya que casi no corro) me canso y transpiro como nunca antes. Hay camisas y zapatillas que me dan pudor usar. Hay un chaleco que me regaló una tía que por años descansó en el clóset y ahora lo traigo puesto.

En tres días más cumplo "la edad de Cristo" y juro que me da lo mismo decirlo. Estoy claro que he vivido cada minuto de eses años y que para el interior hay cosas de niño que resguardo celosamente para no perderlas. Pero físicamente estoy cambiando. Debo aceptar que la portada del libro tiene razón y que comienza el declive. Que los cortes de pelo no calzan de manera tan perfecta con las acciones que hago y las palabras que digo.

Voy a seguir el tema más de cerca. Vamos a conversar más seguido el espejo y yo. A ver si me acostumbro. Quizá me guste. Puede ser que un nuevo Leo es el que despierta todas las mañanas y no me había percatado de ello.

26 abril 2006

Amigo por accidente


Cuando tenía 15 años, mi colegio hizo un intercambio deportivo con una escuela de Mendoza, Argentina. Junto a un grupo de 30 compañeros llegamos a esa ciudad sin saber siquiera dónde o con quién nos quedaríamos, ya que supuestamente un argentino iba a recibir en su casa a uno de nosotros.

Tras más de dos horas de incertidumbre, pusieron a todos los shilenitos a un lado y de frente, a los trasandinos, para que cada uno de éstos escogiera al azar al partner para ese fin de semana. Ayudados por un profe de ellos, un petizo rubio con cara de Droopy me estiró la mano en señal de saludo y me dijo: "vamos, te quedás conmigo".

Luego de media hora en trolebus, breves presentaciones y una descripción de lo que cada cual hacía, llegué a la casa de Flavio, mi nuevo amigo argentino. "Este es mi papá", me dijo señalando un caballero alto y de contextura gruesa. "Este es mi vieja", me dijo mientras me presentaba una señora bajita y sonriente. "Y esta es mi hermana, Natalia", dijo finalmente, presentándome una rubiecita de lentes que ese mismo día cumplía años.

Rápidamente me fui a conocer "mi pieza", me di una ducha reponedora y partimos a dar algunas vueltas al centro de Mendoza, donde a cada cuadra nos encontrábamos con compañeros que, al igual que yo, deambulaban tímidos siguiendo a su contraparte argentina.

Detalles más, detalles menos (como el resultado del partido, las vivencias de otros compañeros y más), al final del viaje me despedí de Flavio con un apretón de manos y con la promesa de recibirlo en mi casa cuando ellos viajaran a Chile.

Casi un año después, mi amigo "ché" llegó a Santiago. Lo llevé a conocer el Centro, los Cobres de Vitacura, el Cerro San Cristóbal y algunos locales nocturnos propios de la época. Pero dos días fueron pocos ante una amistad que tomaba fuerza.

Para no alargar esta historia, puedo contar que tras algunas cartas (en las que incluía intercambio de palabras con Natalia), Flavio decidió venirse dos semanas a Santiago, las que se transformaron en más de un mes. Al año siguiente vino de nuevo con un amigo y al siguiente pasó a saludar unos días después de su pasada por La Serena.

Fue en diciembre de 1999 que decidí viajar a Mendoza por primera vez desde el intercambio escolar inicial, y desde aquella vez hemos repetido viajes para allá y para acá al menos una vez por año.

En el tiempo, Flavio dejó de ser mi amigo y se ha trasformado en mi hermano. Su padre me recuerda al mío (y cada vez que lo digo me emociono) y su madre me llena de cariño cada vez que conversamos. ¡Para qué decir Natalia! La hermanita menor que ya es toda una mujer y que guarda secretos inconfesables a este lado de la Cordillera.

Siento que allá tengo una segunda familia, un regalo del destino que tanto Flavio como yo hemos protegido, alimentado y cuidado, creciendo, carreteando y hueviando juntos, haciendo de la distancia geográfica la excusa perfecta para aprovechar al máximo las horas de largas conversaciones sobre las mujeres, la vida, las mujeres, los sueños personales, las mujeres, el destino, las mujeres y... ¡las mujeres!

Conozco sus novias y él mis pololas. Sé de sus frustraciones y éxitos, tanto como él conoce mis miedos y mis logros. A veces (muchísimas, a decir verdad) no sé cómo expresarle mi respeto, mi amistad incondicional y mi preocupación por todo lo que le pasa... pero siempre me las arreglo para estar ahí cuando se necesita. Y de su parte siento lo mismo.

En un mundo cada vez más frío y material, resguardo con cuidado la amistad con Flavio. Pocas cosas me importan más que su bienestar y el de mi familia argentina, pues en ellos encuentro ese oxígeno que la contaminación del diario vivir se esmera en liquidar.
Dicen que conocidos hay muchos pero que los amigos se cuentan con los dedos de una mano.

Para mí, Flavio ya tiene ganado, por lo menos, el dedo meñique.

13 abril 2006

Hermano, hermanito...


Señoras y señores... ¡Mis Hermanos!

EL PROFE Y LA ALUMNA

Hace unos días me encontré con un posteo que decía "Me gustaría saber si algun día tendrías alguna aventura con una alumna", haciendo alusión a mi calidad de profesor en la Universidad Andrés Bello.

La verdad es que hasta el momento no he tenido nada más allá de una relación profe-alumna y eso no ha sido un gran sacrificio. Ocurre que las clases las asumo con una seriedad que muchos amigos llaman "enfermante" y no estoy dispuesto a desperdiciar esto por una "aventura".

Quizá suene muy mental o poco real lo anterior, pero es la verdad. Soy humano, hombre y me gustan las mujeres, por lo que no voy a desconocer lo hermosa que pueda resultar una alumna. Pero ocurre que tengo clarita mi función de profesor y su función de alumna, y eso es lo que prima.

¿Para qué buscar en una sala de clases lo que puede estar en un bar, en una discotheque o en alguna plaza? Es jugar con fuego y, la verdad, no me interesa quemarme. Distinto es que una vez terminada mi labor educadora me encuentre con tal o cual alumna en el plano social o profesional, ya que los caminos de la vida uno no puede preveerlos, y en ese sentido claramente puede ocurrir una aventura o puedo tener otro tipo de relación. Pero antes, no.

¿Fome? Lo siento. Ni siquiera trato de ser políticamente correcto en mi propio Blog. Es algo asumido, es un valor que me llevó a ser académico. Y no hay más.

13 marzo 2006

Reflexión ebria


Ayer domingo me fui de copas con un veterano amigo, de esos que vienen de vuelta por cuarta vez cuando tu apenas partes... O sea, un experimentado en cosas de la vida misma.

Entre mil temas, obviamente apareció el de las minas. Mi amigo es un hombre felizmente casado y con dos niñas más un tercero en camino, y me comentaba lo complejo de amar (nada nuevo hasta aquí), las tentaciones que ha enfrentado (entretenido tema) y qué decisiones tomó (esto si resulta novedoso).

Lo que me hizo "Tilt" fue un comentario locuaz: "Minas pa' divertirse y agarrar hay miles, pero para quedarte con ellas un tiempo, muy pocas. Sin embargo eso da lo mismo, porque el tema de fondo es qué tipo de relación quieres tu".

Más tarde y con la sangre convertida en Ron pagué la cuenta y nos despedimos. Me fui caminando de Plaza Ñuñoa al Parque Forestal bajo una luna impresionante y más "doblado" que carta de amante... ¿En qué pensaba? Ni idea, pero hoy desperté con caña pero super tranquilo.

A veces la tentación es grande, pero no hay nada mejor que saber qué quiere uno y ser consecuente con aquello. De eso se trata todo. Uno al final obtiene lo que busca. Existe un mínimo de buena o mala suerte, lo que hay es consecuencia. Así ha sido desde los tiempos de mi abuelo, en los años en que mi veterano amigote se casó y por los próximos mil siglos... y punto.

11 marzo 2006

Retomando el ritmo

Un mes tuvo que pasar para volver a las andanzas que me motivan a escribir en este blog. La segunda mitad de febrero la pasé cocinándome de calor en Santiago, matizando con la visita de Flavio desde Mendoza.

Con el pibe nos fuimos de carrete de martes a domingo, recorrido que incluyó 6 pubs, discoteque, cumpleaños, piscina y playa, además de otras "actividades recreativas" que sirvieron para reafirmar una amistad de más de 15 años.

Cuando se fue y tras una ebria conversación, me puse a pensar que tenía que tomar algunas decisiones importantes antes de entrar de lleno al año laboral. La más relevante fue dejar de vivir con la Lili y buscar el ansiado departamento de soltero, el cual ya tengo arrendado y que comenzaré a habitar a partir del 21 de marzo.

Esta nueva etapa tiene mucho trasfondo, pero eso será motivo de un próximo posteo. Mientras, dejo publicado el deseo de alcanzar nuevos horizontes personales, sacar provecho de mi curso de Teatro que parto en dos semanas más y salir a buscar las cosas y personas que me interesan de verdad.

La semana pasada privilegié el tiempo para estrechar lazos con gente con la que quiero estar super cerca el 2006 y me fue bien. Con matices, claro, pero los primeros pasos ya están dados.

Si todo avanza como espero que sea, tendré novedades importantes en poco tiempo más... aún cuando siento que no es cuestión de tiempo más o tiempo menos, sino de que lo que tengo en mente funcione, no importa cuándo. Y es que se trata de "cosas" que incluyen afectos y percepciones... acá no sirve la suerte o la decisión, sino el corazón.

La próxima semana parto las clases en la Unab, se vienen varios desafíos con la pega y el cambio de casa. Acá estamos, medio cansado de tanta cosa en tan pocos días, pero con la mente clarita y despierta.

"Vamos que se puede", dicen por ahí...

05 febrero 2006

Te debo una, Calamaro


Atribulado de obligaciones, responsabilidades y deberes asumidos a lo largo de mi periplo profesional, hace tiempo que me encuentro inmerso en la "máquina" de hacer dinero, de tener éxito. Poco a poco he ido quemando etapas, pero también he olvidado perseguir esos sueños que nadie, excepto yo, puede entender.

Hace rato que pienso en todo esto, pero no encontraba una frase que me motivara a romper la inercia del día a día y ponerme las pilas para trabajar por perseguir mis propios anhelos, por cumplir esos sueños de niño que tienen un 99% de imaginación y un 1% de lógica.

Pero la frase apareció en las vacaciones, mientras saboreaba un pescado frito con ensalada a la "shilena", rebosante de cebolla. Perdida entre los ruidos del mar, una canción capturó mi atención. La inconfundible voz de Calamaro me gritó la razón que necesitaba para despertar, para actuar, para sacar fuera el deseo de cumplir con las cosas absurdas que algún día eran metas de vida.

"Yo soy un loco,
que se dio cuenta,
que el tiempo es muy poco"

Ayer me matriculé para estudiar Teatro.

30 enero 2006

UN MERECIDO DESCANSO


Me demoré en escribir este 2006. Pasó todo enero y recién dejo las primeras impresiones de un año de lujo. Quizá esté mal que lo diga, pero es que no puede ser de otra forma si por ley general la cosecha es lo que le sigue a la siembra.
El año lo partí a full, buscando descanso y relajo en una playa desértica perdida en el norte de Chile. Como me fui en época de elecciones (me excusé) no había nadie, excepto mi sobrino de 12 años que lo llevé sin razón lógica. Fue un acierto.

Despertábamos y partíamos a algún cerro, luego a la playa, almorzábamos cuando teníamos hambre, a la tarde jugábamos béisbol, fútbol o paletas, otra vez a la playa, para partir por la noche a descubrir senderos iluminados por millones de estrellas. O dormir. O conversar y descubrir la magia que los niños de esa edad anidan en su mente.

Fueron 10 días de no saber de horas, llamados, obligaciones, correos electrónicos ni nada. Diez días sin TV, radio ni prensa escrita. Casi dos semanas de hacer locuras (Ver un estúpido video de Tarzán Playero), comer jaivas, locos, congrios, cholgas, erizos y pulpos. Tanta energía que apenas llegué a Santiago jugamos un campeonato de futbolito con los partners de siempre y sacamos el 3er lugar de entre 24 equipos... nada mal.

Cinco años sin vacaciones ya era suficiente. Pero ya es historia. Ya se fue enero con ese viaje más otros de 4 días a Pichilemu y a Mendoza. Febrero se viene "de escritorio", preparando clases y a punto de tomar una determinación que cambiará la vida de este ciudadano llamado Leo Meyer.

Pero eso queda para la próxima. Por ahora, bienvenido febrero.