30 enero 2006

UN MERECIDO DESCANSO


Me demoré en escribir este 2006. Pasó todo enero y recién dejo las primeras impresiones de un año de lujo. Quizá esté mal que lo diga, pero es que no puede ser de otra forma si por ley general la cosecha es lo que le sigue a la siembra.
El año lo partí a full, buscando descanso y relajo en una playa desértica perdida en el norte de Chile. Como me fui en época de elecciones (me excusé) no había nadie, excepto mi sobrino de 12 años que lo llevé sin razón lógica. Fue un acierto.

Despertábamos y partíamos a algún cerro, luego a la playa, almorzábamos cuando teníamos hambre, a la tarde jugábamos béisbol, fútbol o paletas, otra vez a la playa, para partir por la noche a descubrir senderos iluminados por millones de estrellas. O dormir. O conversar y descubrir la magia que los niños de esa edad anidan en su mente.

Fueron 10 días de no saber de horas, llamados, obligaciones, correos electrónicos ni nada. Diez días sin TV, radio ni prensa escrita. Casi dos semanas de hacer locuras (Ver un estúpido video de Tarzán Playero), comer jaivas, locos, congrios, cholgas, erizos y pulpos. Tanta energía que apenas llegué a Santiago jugamos un campeonato de futbolito con los partners de siempre y sacamos el 3er lugar de entre 24 equipos... nada mal.

Cinco años sin vacaciones ya era suficiente. Pero ya es historia. Ya se fue enero con ese viaje más otros de 4 días a Pichilemu y a Mendoza. Febrero se viene "de escritorio", preparando clases y a punto de tomar una determinación que cambiará la vida de este ciudadano llamado Leo Meyer.

Pero eso queda para la próxima. Por ahora, bienvenido febrero.