10 julio 2006

Mejor no lo lea


Tuvieron que pasar varias semanas antes de encontrar esa extraña inspiración que me lleva a poblar este autorreferente blog. Quizá fue el cumplir los treinta y tres lo que me adormeció, quizá el no tener nada que decir o quizá lo vertiginoso del tiempo que respiro por estos días. Da lo mismo. La mufa se rompió.

Mayo fue un caos total. Me parece haber vivido un siglo desde que me cantaron el Feliz Cumpleaños hasta este momento en que me encuentro tranquilo en casa tras ver la final del Mundial de Fútbol Alemania 2006. Mientras los pocos italianos que viven en Chile y los cientos de chilenos que se creen italianos celebran en las calles el triunfo sobre los galos, yo me concentro en tratar de resumir las cosas que me parecieron importantes en este extraño lapso de tiempo.

Debo partir confesando un fuerte ortracismo, ganas de no ver mucha gente ni conversar grandes temas de la vida. Más bien ganas de ser un poco "light" y olvidarme un poco de las reglas que rigen mi comportamiento habitual. ¿Influenciado por el Teatro? No sé, las clases están estancadas pues se vienen los exámenes y con ello el sufrimiento de hacerme tiempo donde no existe para asistir a los ensayos.

No existe mucho disfrute en la última parte del primer semestre como estudiante, pero estoy consciente que debo apegarme a las reglas del juego y tratar de avanzar como sea para llegar a esos ramos que se ven mucho más entretenidos como "dramaturgia", "títeres" o "pedagogía teatral". Quizá sea sólo "actuación" lo que más me motiva, aún cuando hay pocas puestas en escena y mucho movimiento... ¡Cresta que me cuesta el tema corporal! Sufro haciendo esos saltos medios maracos que pide el profesor. Pero me lo estoy tomando como un desafío personal y la oportunidad de hacer las pases con mi cuerpo, aceptarlo y cuidarlo para ponerlo al servicio de las interpretaciones que tengo en mente.

En resumen, Teatro está en stand by, más concentrado en conocer a mis compañeros y ordenar mis atribulados horarios.

La pega es quizá el mayor caos de todo, pero a la vez la fuente de mis mayores alegrías. Me incomoda empezar cada día con cien tareas atrasadas y otras veinte por cumplir, pero me da satisfacción llegar a casa con la sensación de poder con todo. Estoy aprovechando este momento en mi vida que me tiene solo en términos amorosos para enamorarme de lo que parece el último tramo para lograr un éxito real y menos relativo con DiarioPyme.

Se ha formado un equipo de trabajo que aún no cuaja del todo pero que tiene "ganas". Me situé como líder de cinco cabezas humanas que en tres semanas más serán seis. Vuelve al diario la Jéssica, la periodista más aperrada que conozco, con un genio de los mil demonios, pero con una capacidad de trabajo que asombra a cualquiera. Me da felicidad saber que ahí tendré un gran apoyo en lo que se refiere a la pega periodística, dejándome más tiempo para dedicárselo al tema creativo y administrativo.

Distinto es el tema de BonMeyer, el emprendimiento que partió como un juego y que hoy concentra mis expectativas a mediano plazo. Estamos creando una página web con un servicio que considero re innovador y que si tenemos un poco de suerte, muy pronto se podría transformar en una fuente de ingresos y éxitos relevante. No supe cómo me comprometí al cien por ciento con Rodrigo y Andrés, así que bien, todo bien.

La familia va viento en popa. Mi madre anda con una salud delicada y un bolsillo bastante pobre, pero he podido dar el apoyo necesario y entregarle la tranquilidad que necesita una mujer de setenta y tantos. El mismo día de mi cumpleaños coincidió con el día de la madre y un partido de fútbol que tuvo el Mauri en San Antonio, así que junto a mi hermano partimos los cuatro a la costa a celebrar todo: el día de mi viejuja, el triunfo de mi sobrino y mis 33.

Ya veníamos de vuelta en el auto con mi hermano cuando me llamó la Claudia para desearme un feliz cumple y darme un regalo que no sé por qué, no me sorprendió: "Tío, vas a ser tío-abuelo". Al otro día la fui a ver al hotel donde trabaja y la abracé fuerte, le llevé unos chocolates y le dije que estaba feliz por la hija que esperaba. "Ojalá sea hombre", me dijo, pero a las dos semanas se confirmó que sería niñita.

Quizá más que sorprenderme, me dejó preocupado el distanciamiento que han tenido con la familia la Cristi y la Clau. Me incomoda pensar que una nueva integrante viene a este mundo con una madre y una abuela que no llaman, que no aparecen para las reuniones familiares (en junio estuvo de cumple el Mauri y la Maca) y que no aceptan invitaciones. Lamentablemente no puedo ocuparme de estos asuntos, pero no por eso se me olvida. Ojalá las cosas cambien antes de que esa hermosa niña se pierda el cariño de quienes la vamos a querer con el alma por seguir el ejemplo de su núcleo familiar.

El amor, ya está dicho, está congelado. He salido harto y he conocido varias minocas, pero todas clasifican sólo para "el rato" y ninguna rompe mi ostracismo en el que sigo inmerso a pesar de estas vagas líneas. Sería mentir decir que me da lo mismo esta situación, como tampoco sería cierto decir que estoy sufriendo. Busco sin desesperar. Tras la última experiencia me quedó claro que no sirvo para estar con alguien para burlar la soledad. Otros pueden, yo no. A mí no me gusta ni me hace bien.

En mi rol de profe hay poco que decir. Esta semana tomo exámenes finales y parece ser que todo saldrá sin problemas. Cumplí, tuve una excelente relación personal y académica con los más de 50 alumnos que conocí en los dos cursos del primer semestre y ya. De todas maneras que el sentirme querido por ellos y por otros que ya están en segundo y tercer año de periodismo ha sido el mayor premio a una labor que ya lleva tres años y que me parece seguirá así al menos un año más.

Al leer esto me aburrí. Perdón mi estimado lector por aburrirlo con este plano texto sin sentido, pero se lo advertí en el título: "Mejor no lo lea". Y es que el objetivo se cumple con el simple hecho de escribir, de parar unos minutos de trabajar y dedicarle un tiempo a esta bitácora web que dormía hace casi dos meses.
Como dijo Nito Mestre antes de cantar la última canción como Sui Géneri: "Calma muchachos, ya vendrán tiempos mejores".

PD: Gracias Cuqui por animarme a escribir!!!