09 junio 2010

Ya son 365 días

Me miras con tus ojos que gritan amor. Me abrazas con una infinita ternura. Posas tus brazos en mi cuello y jalas para que todos sepan que soy de tu propiedad. Tus manos tantean mi rostro cada vez como la primera vez. Eres de sonrisa fácil y muestras orgulloso tus dientes como sinónimo de felicidad. Lloras a veces pero siempre con razón. Tus cachetitos inflados son producto del gusto por "la buena papa", igual que tus padres y tus abuelos.

No te das con cualquiera pero nunca rechazas. Cuando te digo "dámelo" me entregas lo que tengas en las manos sin oponer resistencia, pues sabes que es la forma más facil de volver a tenerlo. Caminas con gracia, con decisión, con una meta clara. Apenas caes intentas levantarte, y si no hay dónde apoyarse insistes hasta lograrlo.

Duermes sin cerrar del todo tus ojitos, como si no quisieras perderte nada de lo que ocurre en este mundo del que formas parte. Y a pesar de eso, sueñas. Yo se que sueñas por que los manos en el aire te delatan. ¡Tan chico y ya roncas!

Por las mañanas me haces cariño y balbuceas palabras: "papá", "tete", "gú", "tá" y otros sonidos que resultan tan característicos de tu personalidad. Y antes de dormir, las pocas veces que nos vemos, bailas con cada música que suene y nada logra llamar más tu atención que los comerciales del televisor. Nada de monitos, nada de películas. Sólo comerciales, algo de noticias y extrañamente, las carreras de Fórmula Uno. ¡No te olvides del fútbol! ¿Veremos juntos el mundial con la camiseta de Chile que te regalé?

Hijo. Sebastián, hoy cumples un año desde que saliste del vientre de tu madre. Fue una celebración pequeña pero emotiva. Estuve ausente para el momento en que te cantaron "cumpleaños feliz", pero antes me preocupé de dejar todo listo para la celebración.

Hijo. Sebastián, te quiero desde mucho antes de nacer y en tu primer cumpleaños (y por los próximos) te lo digo y vuelvo a repetir: te quiero, te quiero mucho mi guatón regalón.