28 diciembre 2007

Adiós al dos mil siete


Un año más que se retira a los cuarteles de invierno, donde no hace frío ni calor, sólo
existe un a brisa de añoranza que rescata lo bueno y transforma lo negativo en enseñanza.
El 2007 cumplí 34, fortalecí mi relación de pareja, apunté más alto en las metas laborales y
saqué premio, fortalecí lazos con los amigos y generé nuevos vínculos a largo plazo.

Se va un año que será recordado por la estabilidad, por la paz interior que hace tiempo
buscaba y que llegó para perdurar en el tiempo, tanto como lo harán mis nuevas canas que
llegaron hasta uno que otro nuevo zurco en las sienes.

Las sonrisas se multiplicaron y afloró un matiz alegre de mi personalidad, tan propio de mis
veintitantos y que estaba ahogado por las preocupaciones que conlleva la búsqueda de dinero
para subsistir. Hoy la búsqueda persiste, pero sin la premura de la urgencia.

Hubo cambio de hogar, pasé de la bulla al silencio. Mi ventana cambió al Santa Lucía por la
imponente cordillera de los Andres, y las calles abarrotadas de cultura y fiesta dieronpaso
a las veredas que recuerdan a "Willie", justo entre "Pedro" y "Ricardo".

El entorno familiar se desarrolló tal como lo hizo mi nueva ahijada, Pía Florencia, de
manera sana y sin mayores contratiempos. El mayor de los hermanos siguió brillando por su
ausencia, la única mujer es una abuela chocha que se resiste a los problemas, el que la
sigue fue quizá el más afectado por los vaivenes económicos y el último de ellos superó las
diferencias conyugales con acuerdos que parecen funcionar.

Al final, yo, el menor, el concho, el que siempre inventa excusas para compartir con el
resto de la familia, integrándolos a todos para que nunca nos olvidemos que al final del día
somos siempre una linda "familia".

Mi madre es tema aparte, no por estar aislada de la realidad del resto, sino por lo
contrario, por ser vital en el TODO familiar. Ella es la que conversa con cada uno y con
sólo escuchar ya es una ayuda. Es la que tiende la mano en lo que puede, la desprendida, la
amorosa y la crítica ante las cosas que no le parecen bien. Pero todos la queremos,
respetamos y agradecemos, por lo que es, por lo que fue y por el tremendo rol que le queda
por hacer.

Mi madre es mi vida, es lo único que realmente me importa al momento de tomar mis decisiones
y a la única que busco complacer sin transar mi propia felicidad. Mi pareja, en cambio, es
mi presente y mi futuro, la fuente energética de mi corazón, el dibujo perfecto del nido
familiar. Ambas son mujeres vitales para este hombre, cada una en su rol y sin necesidad de
competir por algo que ya tienen ganado.

Adiós dos mil siete, quédate con lo que fue y lo que pudo ser, que yo me quedo con lo que
será. Querido 2007, tu te empantanas para siempre en la historia mientras yo escribiré el
próximo capítulo llamado 2008. Tus brazos no podrán pasar la medianoche del 31 y yo seré un
traidor que te recordará sólo cuando seas un aporte en el nuevo año.

2007, te recordaré con cariño, con gratitud y con el mayor de mis respetos, pues hasta el
momento has sido el mejor. Pero ten claro que cada día despertaré por hacer del 2008 uno
mucho mejor que tú.