17 septiembre 2007

Chascón equivocado

Más de algún problema me trajo la historia "Chascón de la pera" publicado hace casi dos meses atrás. Por una parte el damnificado fue Gálvez, el protagonista de toda esa historia, no sólo por la imagen de bebedor y fiestero, sino por las implicancias que tuvo esa "humorada" para su entonces novia.

Pero claramente es la novia la más perjudicada. Cuando escribí la historia no me puse en el pellejo de ella, no pensé que sus amigos y amigas podrían leer este Blog y darse cuenta no sólo del comportamiento de Gálvez con ella, sino de la horrible mentira que develé.

Quizá esto podría ser sólo un lamento de no tratarse de una amiga, de una gran y querida amiga, hoy con familia propia y con una vida completamente nueva. He intentado comunicarme con ella, decirle que lo siento, que no pensé en las implicancias de esta historia para ella, sino sólo en recordar esa parte chistosa propia de una juventud irresponsable e inmadura.

Hasta ahora ha sido imposible, quizá llegue a ella con este posteo, tal como llegué con el anterior que detonó los problemas. Si me preguntan por qué no saqué la historia del Blog, es para acordarme del error cometido, es porque las cosas no se arreglan olvidando, sino reparando. El daño ya está hecho y sólo queda esperar por la única oportunidad que se dará para revertir la situación.

Amiga mía, mil disculpas. Amigo mío, mil disculpas. Que la historia "Chascón de la Pera" quede también como una muestra de mi poco compromiso con las personas que más me quieren, que recuerde mis propios ripios y no los de ustedes, que sirva para generar este espacio y permitirme reparar en algún momento el daño ya hecho.

Estaré esperando esa oportunidad

03 septiembre 2007

No se puede dejar de pensar

No importa en qué, da lo mismo.


Lo importante es tener los espacios necesarios de reflexión en esta vida asfixiante, en este mundo del que Mafalda no podía bajar, en este mall del consumo que hace parecer insignificantes las conversaciones sin sentido y los amigos sin interés.



Oxígeno, amplitud, silencio y quietud. ¿Se necesita algo más para pensar?