21 noviembre 2005

EL PEQUEÑO LEO


Desde esta posición te puedo ver feliz, corriendo tras las palomas que habitan la plaza en que juegas. Tus dientes brillan con el sol y tus manos persiguen el aire como si se fuese acabar. Te ries fuerte, los ojos se te cierran por las carcajadas que sueltas mientras danzas en el pasto y te aventuras a senderos que parecen un desafío para ese cuerpecito diminuto. No piensas en consecuencias, te dejas llevar.

No hay nadie por ahí, nada interfiere y todo forma parte de tu mundo.

Ahora te veo llegar a casa corriendo, traspirado, agotado pero listo para seguir con otro juego. Te espera el televisor, los monitos, Tom que persigue a Jerry y un gran vaso de leche y galletas. Ya es tarde, te acuestas, rezas el Ángel de la Guarda y volteas para conciliar el sueño. Mañana se viene un día agitado.

Y así lo es. Despiertas rápido. En segundos estás peinado, vestido, con el bolsón en una mano y un pan con mantequilla en la otra. Te despides, bajas las escaleras con una rapidez felina y recorres las veinte cuadras que te separan del colegio en instantes. Saludas a tus compañeros, entregas la tarea, te ríes de algo, te retan, te disculpas, te molestan, te sientas, te incomodas y te alegras de salir a recreo. Con millones de amigos vestidos con cotonas rústicas arman una pelota de papel y se disponen a jugar. Todo es cancha, todos contra todos, todos corren y saltan, suena el timbre, último gol gana.

El hambre avisa que ya está por teminar el día en el Colegio. Te formas ordenadamente por apellido, tomas distancia, caminas al portón de salida, te empujan, te ríes, empujas al de adelante, sales a presión y corres hasta la esquina. Nadie se despide y tu tampoco, caminas solo y te asombra que el verano ya comience, que los árboles de ayer mustios ahora estén vestidos de verde. Te gusta sentir el sol en la cara. Tienes cuidado con el perro de la esquina, saludas al jardinero y subes (corriendo) las escaleras. Tocas el tiembre diez, veinte veces sin parar hasta que te abren y te retan por tocar tantas veces. Te disculpas con una sonrisa y corres a tu puesto donde te espera tu plato, tu vaso y tu servicio. Pero tienes que cumplir con la orden de lavarte las manos.

Llegas al baño y juegas con el jabón. Lo humedeces y resfriegas las palmas en él. Te asombra ver la cantidad de blanca espuma que se forma, cómo se tiñe de negro, cómo se resbala y luego cómo desaparece bajo el chorro de agua. Te mojas la cara, te gritan desde abajo que la comida se te va a enfriar, te secas y bajas al comedor. Y apenas terminas tu plato favorito de carne con arroz y un plátano con manjar vuelves a salir. No puedes estar quieto, no sabes lo que es "perder el tiempo", la pena es sólo una forma de acaparar la atención.

Así eras, pequeño Leo. Así te recuerdo con tus remolinos de pelo en la cabeza, las rodillas siempre heridas y la espalda húmeda con el sudor de tus aventuras. No puedo dimensionar cuánto has cambiado ni cuánto mantienes intacto. No sé si eres un niño vestido de adulto o un adulto con un niño dentro. No sé cuándo cambiaste los lápices de colores por un teclado, el jugar por trabajar, el hacer por pensar, el dormir por descansar y el crecer por envejecer.

No sé cuándo cambiaste todo ello ni me importa, mientras sepa que lo único intransable es tu decisión de ser feliz en esta vida.

14 noviembre 2005

Una cosa lleva a la otra...

Navegando me topé con un alcance de nombre que me recordó a una pesona, que a su vez era amiga de otra y que justo tenía una foto de otra que si conocía, pues era el hermano de otro que fue mi amigo pero que no veo hace tiempo, cuando otro que también estaba en la foto me lo presentó (ha cambiado) y que parece que se casó con una mina que había pololeado antes con otro amigo que no estaba en la foto, pero que aparecía mencionado en un post que aparecía en otro Blog de...

UFFFF!!!!

Bueno, la cosa es que llegué a un Blog de una amiga de universidad que anuncia la flamante noticia que se casa con otro amigo de universidad. Ellos ya pololeaban para el 2000 (y tenían harto cuento para atrás... dijo la vieja peladora), pero no habría adivinado que se iban a casar. Me alegro. Sinceramente, me alegro.

Mira tu... para las cosas que puede servir Internet. Lástima no tener más tiempo para buscar bautizos, defunciones, licenciaturas y otras yerbas de gente conocida. Capacito que hasta yo ande dando vueltas por ahí y ni sabía...

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Un alto en el camino

Afuera la gente corre y grita. Todos están atrasados o los minutos de espera son eternos. Pocas sonrisas y muchas risas. El sol de primavera agobia y la sombra escapa. Los olores que dominan cada esquina son la mezcla perfecta de cigarro, sudor, tierra y fierro. Los niños que aún sobreviven al televisor juegan con algún celular. La plaza suma un nuevo visitante por cada minuto que suma el reloj. Los vendedores gritan sin pausa y sus monedas acompañan la mezcla de sonidos que hablan de un nuevo domingo en la ciudad.

Y yo, escondido, miro todo desde mi ventana. Desde mi silencio. Desde mi tranquilidad.

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03 noviembre 2005

Hacer camino al andar

A ver, a ver... Por los comentarios recibidos parece que la cosa no está muy clara. ¿Y que se hace en estos casos? Aclararlas, obvio...

Desde los 14 y hasta los 21 años participé en una Parroquia, primero como acólito de misas (ya casi no hay, ¿qué se han hecho?), luego hice mi confirmación y me quedé un buen rato en la Pastoral Juvenil. ¿Ñoño? Jamás. Fueron años maravillosos, donde supe que podía creer con fe en algo que no existía, aprendí a plantearme sueños alcanzables y supe lo importante que es involucrarse con la realidad de "otros".

Paralelamente estaba en un grupo de excursión en el Centro Cultural de Jóvenes de Providencia, donde viajaba con más de 30 minas y amigos a Valle de Elqui, Chiloé, Pucón y más. Ahí y en la Iglesia, en cuatro años, tuve más de 15 pololas muy lindas, con promesas de amor eterno y también con desaparecidas y tripletas (en una próxima ocasión contaré detalles de lo ocurrido con "La Muñeca del Diablo", jajaja).

Ya en la Universidad, a mis 18 años en la carrera de Ingeniería en Minas de la Usach, me puse a pololear con una mujer espectacular que todos quisieran. Era tres centímetros más alta que yo, morena, unas piernas increíbles y una fogocidad de esas que queman a diez metros de distancia. La lección de vida que ella me dejó es que no tenía límites para lograr la mina que quisiera, algo que con los años he podido comprobar y gracias a lo cual tengo la tranquilidad de saber que nunca voy a estar con alguien para "no estar solo", sino porque quiero estar con esa persona. Lo pasé increíble con ella... tanto que cuando terminamos (dos años después) no paré de estar con minas light buenas para el "eoeo" hasta los 23, total, la confianza me brotaba hasta por los poros. Fue el año 1995 cuando decidí hacer un stop en la vida, dejar de repartir besos y estudiar lo que quería.

De la noche a la mañana dejé la carrera, me tomé un año sabático y me fui a recorrer el sur de Chile con una mochila y algo de plata. Corté leña para comer y actué en plazas para juntar plata. Estaba solo en medio de la nada y desde ahí valoré todo lo que hasta entonces había ganado en la vida. Me di cuenta que la verdadera mochila no era la que cargaba en la espalda, sino las millones de historias, amigos, teorías y chistes que guardaba en la memoria. Tal fue mi descubrimiento, que le perdí el miedo a que me asaltaran en la carretera... total... lo verdaderamente valioso nadie me lo iba a quitar.

En julio de ese año y ya con la mente clarita volví a Santiago y preparé la PAA para entrar a Periodismo, cosa que hice el 96 con el puntaje más alto. Y de ahí como que me puse "serio". O sea, no un tonto grave, sino con las cosas bien claras respecto de qué quería, hacia dónde iba y cuáres eran las prioridades. Siento que el hecho de vivir tanto desde tan pequeño me permitía sentir que era el momento de pasar a otro plano, de planificar un poco el futuro y usar todas las experiencias de vida en la construcción de un mejor Leo Meyer.

(A los que decidan seguir leyendo este mamotreto les recomiendo tomar una pausa, prepararse un café o abrir una cerveza)

El cuestinamiento era el siguiente: Si seguía tal como estaba sería un estado re cómodo donde me quedaría eternamente como "el chacal de los chicles y rey de los jumper" (como dice la canción), contento de ser un tipo normal, con sueños normales, con discurso normal y con una vida normal. O sea, un mediocre. Pero eso no era para mí. No después de darme cuenta el montón de herramientas que había logrado en la vida. No me podía hacer el huevón con lo que me pasaba. Así que no me propuse estuduar, sino ser el mejor de la carrera. No me propuse tener un lindo pololeo con una niñita, sino un amor de verdad con una mujer. ¿Para qué aspirar a diez si puedo llegar a cien?

Y aquí es donde empieza mi aprendizaje en las relaciones de pareja. En la U conocí a la mina que marcaría mis días para siempre. Una tipa la raja, llena de vida, hermosa y super enamorada. Todos la "joteaban" pero una vez más gané y marqué territorio. Al tercer año de carrera era el top en notas, con mina top, con un trabajo top de medio tiempo y con marcado "liderazgo" entre mis pares. El año 99 terminé con ella y desde entonces no he vuelto a querer a alguien tanto como a esta mujer. Nunca (y que me perdonen las pololas posteriores, pero de algún modo u otro siempre se los dije...).

¿Cagué? No, la vida sigue su rumbo y yo voy al ritmo. Quizá el camino del amor ha sido más congestionado, pero en todo lo demás sigo avanzando y fijándome nuevas y arriesgadas metas.

Cuando reconozco que "el amor de pareja es una cosa que no logro entender" no me refiero a que sea un pobre tonto que anda por la vida llorando un amor que se fue o suplicando estar con la primera mina que me hace ojito. No. Lo que digo es que es re complejo estar con alguien y mantener esa seguridad y felicidad. Es difícil ser valiente y dejarse llevar por los sentimientos y enamorarse de verdad. ¿Cuántos mayores de 25 escriben cartas de amor a sus minas? Y si lo hacen, ¿En cuántas de ellas desnudan sus verdaderos sentimientos?


Si publicara en este Blog una de mis cartas me tacharían de maricón. Parece que esa sensibilidad masculina está prohibida, es debilidad, es idealismo que no lleva a ninguna parte. ¿Y saben? No hay nada más falso que pensar eso. Acá les dejo una teoría sobre la cual trabajo desde hace un buen tiempo:

LOS IDEALES Y LA SENSIBILIDAD NO SON PROPIEDAD ÚNICA DE LAS MUJERES: Eso sí, los ideales no deben ser "sueños" imposibles de alcanzar, sino metas de vida que se deben aterrizar y trabajar hasta alcanzarlas, en tanto que el lado sensible nos debe permitir ser bien hombrecitos por la vida y amar tanto a nuestra mujer como a los amigos, a la familia y a todos a quienes nos necesitan en algún momento.

Y yo me siento ejemplo de eso. No es discurso, sino que he transformado mi vida en un "se puede" concreto. A veces miro para atrás y me asombro de todo lo caminado, de tener más amigos de verdad que hojas en un árbol, de tener una sonrisa imborrable, de pasar de un colegio municipal subvencionado a tener mi propia empresa (y sin apellido ni herencias), de ser un tímido a manejar una personalidad propia.

Quiera explayarme más sobre todo esto, pero un jueves 3 de noviembre y apenas comenzando la mañana, no parece ser el momento más adecuado. Un fuerte abrazo a todos los que visitan este blog y harto ánimo para lograr sus metas. Insisto: se puede. Siempre se puede.

(A los que optaron por el café, prepárense otro más cargadito. A los que optaron por la cerveza... ¡Salud!)