31 octubre 2005

Tarjeta de presentación

Hace un par de días me llegó el siguiente comentario desde este Blog:
"Hola me llamo Sofía y me dieron mucha risa tus historias sobre todo la de tu mama jajajajaja y quiero que me cuentes mas de tu vida, quien es tu mejor amigo, si estas pololeando, si tienes mascota, que edad tienes,etc. Yo vivo en Santiago y tb tengo un blog pero si me sigo entreteniendo con tus historias te lo dare un beso Chao" - 28 octubre, 2005.

Tentador ¿no? Junto con la curiosidad de saber quién es esta "Sofía" a secas, me parece correcto responder a las preguntas que me hace, ya que uno no puede andar por la vida sin una tarjeta de presentación como la gente. Acá está la mía:

Nombre completo: Leonardo (por gusto de mi padre) Alfredo (por mi abuelo) Meyer (apellido con historia...) Zúñiga (mi mamá me mima)
Edad: A 2005 réstale 1973. Si suma más de treinta debe haber un error...
Núcleo familiar: Hijo único de madre viuda, con 4 medios hermanos por parte de mi padre a quienes amo con mi alma. Incluyo en este ítem a los amigos del alma que en verdad son muchos y muy buenos. Son mi mayor riqueza y orgullo.
Estado civil actual: Solo y tratando de comprender la dinámica del amor. ¡Ta'que cuesta!

Características físicas: Delgado sin guata, nariz prominente, ojos café aguachento bien curiosos que combinan con mi pelo liso, boca con sonrisa eterna y dientes 100% propios.
Características metafísicas: Ufff!!! Llorón a veces y reservado cuando pienso. Alegre con los amigos y pegote con las novias. Idealista aterrizado que vino a esta vida a aprender más de las relaciones humanas, pero estoy reprobando parece...

Mayor virtud: noble como el roble.
Peor defecto: no decir las cosas por su nombre.

A quién le ha ganado: A los estudios... tras 4 años de ingeniería decidí seguir mi vocación y me metí a periodismo. Hoy soy dueño de mi propio diario electrónico, hago clases de periodismo digital en universidades y formé una empresa de asesorías comunicacionales.
Con quién ha perdido: El amor de pareja es una cosas que no logro entender. Otra debilidad es decir "si" cuando en verdad quiero decir "no" (hay un libro que se llama así, pero créanme que no sive mucho...). Hay varias más, pero a las anteriores, me parece correcto agregar que a veces miento por tonteras y que en otras ocasiones soy demasiado "correctito".
Agregados: Vivo con una mina al costado del Bellas Artes, pero almuerzo de lunes a viernes con mi madre y mi perro (se llama Sly y tenemos tantas historias juntos que da para un blog propio. Pensaré esa opción). Los fines de semana los reparto: El primero de cada mes lo dedico a la familia (al cine con mis sobrinos, al pool con mis hermanos, etc), el segundo a carretear (viernes en mi dpto y sábado en algún boliche), el tercero a la naturaleza (playa, cajón del maipo, campamento, aire libre, naturaleza...) y el cuarto a descansar (algún buen libro, escribir un cuento, dormir, caminar).

Bonus Track: Tengo una vecina de sesentaitantos que no ocupa su Renault 12, por lo que tengo las llaves y lo uso los fines de semana. Así me ahorro la compra de un auto, bencina, estacionamiento y otros. ¿Por bolitas de dulce? No, casi todos los domingos la llevo a visitar a su tío en el Pequeño Cottolengo.

Eso. Me parece que todo lo que falta, está de algún modo u otro metido en este blog. ¿O no?

27 octubre 2005

EL LOCO GARCÍA ME ENVICIÓ

Cuando el puntero atentaba contra el número dos romano, la desgarbada figura de un loco que se niega a morir sube a escena. La estridente música que acompañó las más de dos horas de espera en ese pedazo del barrio Bellavista cesó, los focos acordaron apuntar todos a un mismo ser y por milésimas de segundos todo se congeló. Sólo el trasandino se atrevió a cortar el aire con sus grandes zancadas hasta llegar a los teclados estratégicamente puestos al centro de todo y de todos.

- ¿Quieren rock'n roll? - preguntó.

Y todo volvió a la vida. Los gritos, los "olé olé", las pifias para que alguien dejara de conectar cables y otro los conectara en otra parte, los aplausos incondicionales sin mediar canción, la yerba, las cervezas, los empujones, los coros. Todo. Bastaron tres acordes y de inmediato al punto que reunió a más de quinientas almas que iban a escuchar al loco García.

Empieza la música, pero por sobre eso está el personaje. Un cúmulo de huesos, pelo y lentes de toda índole se distorsionaban ante los ojos del más sobrio de los espectadores, alcanzando las piruetas más inverosímiles que un humano de 54 años puede hacer sobre un escenario simple pero efectivo. El tipo dirige la banda a su antojo. Cuando levanta la mano todos ponen atención. Los platillos quedan atentos a la orden del amo, el bajo se somete al ritmo del tambor y la guitarra está dispuesta a cambiar de mano... a esa mano única con destreza inequívoca y look abominable que de un segundo a otro pasa de las teclas a las cuerdas.

La voz corre con colores propios. Grises a veces, pero alimentando palabras improvisadas que superan las originales y buscan complicidad con un público que a esas alturas se sumerge en el éxtasis. Sin pausas el músico que engendró las generaciones rockeras de miles pasa del 2005 a los ochenta, avanza a los noventa y vaga por un tiempo inexacto. Charly se transforma en Jagger, en Lennon, en Piazzola y de paso se reinventa en el García de estudio.

De pronto se cansa. Critica lo imposible y se va de escena porque le molestan los silbidos. Parece que se acaba, se toma un pisco sour hasta la última gota, lanza la copa lejos y se lleva a sus músicos tras bastidores. Pero el rebaño incondicional se queda y lo espera diez, quince, veinte minutos, desafiando la costumbre de no volver a salir. Pero esta vez los astros jugaron a favor y hubo un bis.

- Yo soy un vicio más, en tu vida soy un vicio más...

Los últimos 30 minutos de genialidad y alcohol alcanzan ribetes de locura. Los deformes dedos parecen alcanzar la velocidad de la luz y hasta el último rincón se mueve al ritmo de su música. Y en la mitad de una versión que todos corean, vuelve a levantar la mano, exige silencio y se lanza contra el micrófono.

- ¡Chao!

Y sin mediar explicación, la figura aún más desgarbada se pierde en las sombras con su séquito a pesar del lastimoso lamento de sus fans. Esta vez no hubo bis y al igual que todos los presentes esa madrugada, me fui con la cabeza llena de locura. "Eres un vicio, Charly". Imposible dejarlo.