16 noviembre 2008

El Diaporama

Diaporama Leonardo y Pamela on Vimeo.

No sé si la historia resumida de nuestras vidas, contada hasta el momento
de llegar al altar, merece mayor presentación.

¡Se casó el Leo Meyer!


¿Se acuerdan hace tres años (¡3 años! cómo vuela el tiempo...) cuando confesé que era un "hombre casado"?
Bueno, esta historia es similar pero con todas las de la Ley...

El 23 de septiembre pasado, misma fecha en que mi viejo hubiese estado de cumpleaños, me casé por el civil con Pamela. Planificamos todo con tres meses de anticipación y a pesar de no tener todas las segurudades que normalmente deben yomar las parejas que deciden casarse, lo hicimos igual, convencidos en que era nuestro momento.

Nada nos apuraba a estar juntos, excepto el deseo de querer estarlo, de comenzar una vida como "marido y mujer" para luego formar familia. A propósito, nuestras familias estuvieron felices con la noticia y recibimos todo el apoyo necesario para llevar a cabo esto, en especial mi madre, que tuvo uno de los días más maravilloso de su vida.

Tras el civil, el viernes 3 de octubre a eso de las 21:00 horas dijimos "acepto" ante Dios y unas cien personas que nos acompañaban, en mi parroquia de siempre, la Divina Providencia. Todavía tengo el momento en que Pamela entra con su vestido de novia, cuando la besé, y cuando la familia y los amigos nos felicitaron.

La fiesta fue en CasaBosque (
www.timeup.cl/leonardoypamela) y hasta allá llegaron los rostros de toda una vida, los viejos cracks, las ídolas y todos los actores de una historia de más de 35 años en cartelera. Comimos, bailamos, reímos, recordamos y celebramos.

Mi felicidad era absoluta. Me sentí querido, protegido y acompañado. Comprobé que para mi círculo más cercano, Pamela ya era una integrante y no una invitada más. Me alegró estar con césar y Tatiana, los padres de mi ahijada Almendra y amigo de mil viajes. Estar con Carlos, ese niño loco que no conoce límites para dar su amistad a los que aprecia.

Me emocionó ver al Pedro y su señora, ese compañero de colegio de kinder que siempre tiene un abrazo cariñoso para entregar, igual como el que tuvo la Marinita - su tía que falleció-, cuando me quedaba en su casa porque mi mamá tenía que trabajar.

La celebración tuvo momentos típicos como el vals, el brindis, las fotos... pero lo que queda es la imagen de todos mis hermanos celebrando el matrimonio del último hermano soltero, junto a sus hijos, como si se tratara de un traspaso generacional de los "Meyer".

Ahí estaba también Flavio y Natalia Cappellani, los mendocinos que ya son parte de la familia, que vinieron con sus padres, Roberto y Norma. Con ellos sentí que un círculo se cerraba... Roberto, que siempre me ha evocado recuerdos de mi padre, fue el padrino de mi matrimonio junto con Miguel Saavedra.

Podría contar mil detalles de ese momento. Me parece injusto dejar tantos nombres de amigos fuera de esta resumida lista, pero igualmente no podría transmitir ni el 1% de todas las emociones vividas. Prefiero mirar al futuro, construir día a día esta promesa de amor eterno manteniendo siempre cerca a mis amigos, mi entorno familiar y a las personas que completan mi vida laboral.

Así fue como ocurrió otro evento más de este "Ciudadano llamado Leo Meyer". Y más que aislarse o decir "misión cumplida", a siete semanas de la boda, confieso que estoy prendido con la vida, con deseos de vivir esta etapa con Pamela tal como lo hacíamos siendo pololos, armando un entorno cálido para la llegada de los hijos.

Se viene el verano y la temperatura aumenta. Los medios no se cansan de hablar de la crisis económica mundial y la gente está asustada. Ganó Obama en Estados Unidos, murió un compañero de Magíster de cáncer y tengo que buescar cómo dejar mi sociedad con Rodrigo Bon con las manos vacías, en silencio y pagando el más alto precio que jamás había pagado por errores no intencionados... pero errores al fin.

En tanto, Pamela se despierta. Prepararemos arroz con carne para almorzar.