Ya más grande, este niño admira y quiere ser como su papá o su mamá. Y éstos quieren que deje luego el jardían para que empiece su vida escolar. Apenas entran a playgroup o kinder, el adulto les habla de los desafíos de entrar a primero básico... apenas llegan de clases les hablan de las tareas que debe hacer... no terminan de comer y ya les recuerdan que deben dormir temprano... y junto con el beso de las buenas noches les recordamos que deben despertar temprano.
Así la cosa, resulta natural que este infante quiera ser pronto un púber. Y ya en la "edad del pavo" quiere ser adolescente con fiestas, auto y polola. Pero al llegar al fin de colegio y el inicio de la época universitaria no es tema de conversación en casa. El tema es otro: qué harás cuando seas profesional.
Por fin el muchacho se titula y vienen las preguntas respecto del postítulo que seguirá, con quién y cuándo se casará y qué inversión hará. Tras el primer sueldo viene el consejo para ahorrar y no resulta extraño que los padres (ya canosos) le hablen de los beneficios de los Fondos Mutuos, las cotizaciones y los planes de salud "por si se enferma"...
Y así, una y otra vez, todo se futuriza. Por eso no debe extrañar que saquemos cuenta corriente y de inmediato usemos la Lidea de Sobregiro. Que compremos todo en cuotas. Que invirtamos la plata que no tenemos. Que planifiquemos hoy para los beneficios potenciales de mañana. Que conseguimos el auto y la casa de nuestros sueños ahora, total, "la pagamos mañana".
VIVIMOS PREOCUPADOS por todo lo que haremos y seremos MAÑANA ¿Y cuándo nos ocupamos? ¿Cuándo vivimos el presente? ¿Quién nos enseña a hacerlo? ¿Qué ejemplo damos a los que más queremos?
Hace varios años todas estas preguntas estaban en mi cabeza. HOY solo tengo respuestas.
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