29 abril 2020

Un tigre y su tormenta


En todo hombre habitan dos tigres
Uno es aquél impulsivo y desconfiado que usa su fiereza para defenderse.
El otro construye sin descanso puentes de reflexión y empatía, dejando como último recurso la defensa propia para sobrevivir.
Ambos convivirán siempre y la tarea de todo hombre es alimentar al que mejor define lo que quiere hacer con su vida.

(Proverbio ZEN)

Afortunadamente hasta hoy ni yo ni ningún ser querido de mi entorno más cercano se ha contagiado de Coronavirus, sin embargo todos los seres humanos en mayor o menor grado hemos sido "infectados" con sus efectos.

Muchos han visto morir a seres queridos sin poder darles una despedida. Otros emprendedores han sufrido el fin de sus sueños a manos del endeudamiento, han tenido que despedir a su equipo y tendrán que enfrentar una dolorosa quiebra.

La gran mayoría de nuestras conversaciones llenas de sonrisas se han opacado, extrañamos los abrazos y nos estamos intentando acostumbrar a reemplazar la piel por la pantalla. El calor de una mirada por la frialdad de la cámara. Los gestos por emoticones.



Yo lo he pasado mal y a pesar de, como dije antes, no tener los efectos directos del virus en mi cuerpo, mi mente está seriamente resentida. A ratos me embarga el miedo, la incertidumbre, la desesperación de resolver lo que todos tendremos que resolver: "¿Y ahora qué?".

Busco atajos a esa respuesta y no existen. Busco paz pero en medio de la guerra se que debo luchar a pesar de las canas y las pocas armas que traigo encima. Me concentro en mensajes positivos pero no cruzan la epidermis y se pierden en un torrente de emociones encontradas.

Pero también hay mínimos momentos de iluminación, de descubrimientos, aprendizajes y sorpresas que transforman lo cotidiano en tesoros. Son pequeñas tablas que flotan en un mar descontrolado a las que me aferro con las fuerzas que da el deseo de ver y vivir todo lo que dejará esta tormenta cuando pase.

La crisis desatada en todo el mundo por el COVID-19 (o Coronavirus) se ha transformado en alimento para estos tigres, tanto para el abatido como para el propositivo, pero es tarea de cada uno definir a quién le damos ese alimento para que supere esta tormenta. Uno traerá desesperación y el otro abrirá oportunidades.

La decisión es nuestra. Yo solo he decidido que mientras mi tabla flote, flotaré con ella hasta decidir qué haremos. Quizá la junte con otras y otros para construir un Arca que jamás debieron hacernos creer que hacerlo era labor de otro. Quizás desde la orilla y a salvo le muestre a muchos cómo lograr tal hazaña. O quizá me vaya lejos a lamer mis heridas.

Eso ya lo resolveré.

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