Crecimiento armónico

Las trampas mentales para dejar de disfrutar momentos son variadas y efectivas, validadas por siglos de humanidad transmitiendo al enseñanza "cuidado, ser feliz no es lo normal". Esto siempre lo he pensado, pero gracias al Dr. Gay Hendricks he descubierto que además de tener una explicación médica también hay soluciones.


Este fin de semana que culmina tuvo de todo: el viernes remonté un bajón anímico importante y volví después del almuerzo al trabajo. Tomé un taxi para llegar y el conductor era un tipo esotérico que me dejó con el ánimo por las nubes al conocer mi fecha de nacimiento. No pude concretar el objetivo de mi regreso al trabajo (pendiente para este lunes), pero romper el desgano ya fue un triunfo. Luego a una reunión post-pega de la cual quedé tranquilo y con respuestas a mis dudas. Llegué contento a casa y compartí junto a la familia la visita de Trincado. Ya el sábado por la mañana me tocó estar de enfermero y, a pesar de que hubo algunas diferencias antes del supermercado, todo se arregló y almorzamos en armonía. Por la tarde a un curso al que estuve por no ir toda la semana, pero me armé de valor y asisití. Allá valoré mi persisitencia y tuve un regreso feliz con dulces árabes y empanadas de espinaca. Y hoy domingo encerrados en casa combatiendo los bichos de la gripe y leyendo lo que me dejó el Dr. Hendriks en mis manos cuando visité la librería TXT de Huérfanos: "Atrévete a dar el gran salto".

Una de las frases más potentes del libro (aprovecho de confesar que me carga la literatura de autoayuda, pero hay alguna como ésta que no deja de sorprender) dice "la vida está en su mejor momento cuando el amor, el dinero y la creatividad crecen en armonía". ¡Pucha que cierto! basta que uno se dispare o que uno se estanque para que se arme la "toletole" en la vida. Yo lo estoy logrando y espero seguir en esa senda, especialmente ahora que comienzan los primeros días del resto de mi vida.

Con ese desafío cierro los ojos sin antes mandar un mensajito: Ya sabes que Sly me defiende, así que no se te ocurra volver a mi casa sin antes tocar la puerta. ¿Estamos?