01 julio 2010

Pat, pat, pat, mi pochoquito

Amigo, dejaste este mundo hace ya varios meses, una eternidad para mí, pues tuve que rearmar mi vida sin estar a tu lado, sin sentirte por las mañanas, sin salir juntos de paseo como acostumbramos hacer por hermosos 16 años.

Te extraño como el primer día desde tu partida. No hablo mucho para no parecer loco, pero en mi blog puedo decir lo que quiera y por eso lo repito y te grito este post: ¡Cuánto me gustaría que estés aquí!


Hoy tengo familia, una esposa maravillosa y un hijo que crece cada día más. A veces sus tonteritas me recuerdan las tuyas y no puedo evitar pensar que juntos, los cuatro, seríamos DINAMITA. A pesar de que tus patas ya no rasgan el piso, me he preocupado de reservarte lugares especiales para que nunca pases al olvido: Estás en el inicio de este blog, justo al lado del titular; hay varias fotos repartidas en casa de mi madres (mi madre, nuestra madre, cuánto te llora todavía) y en mis libros; tuviste una participación central en el diaporama de mi matrimonio; y también te incluyo en mis rezos nocturnos.

Cuando voy al lugar donde descansan tus huesos se me hace un nudo en la garganta. Se me viene a la mente cada momento de compañía, cada locura, cada conversación en que yo hablaba y tu parecías entender las palabras.

Sly, amigo eterno, quiero que sepas que sigues tan presente como siempre, que nada ni nadie te reemplaza. Y que trato de hacer todo lo que te hubiese gustado: acariciar a esos quiltros con los que tanto te gustaba jugar, correr kilómetros en contra del viento con la boca abierta y la lengua afuera, estirarme al despertar con las extremidades apuntando al cielo... apuntando a ti.

Pamela sabe lo que significaste para mi, para nosotros. Sebastián, mi hijo, aprenderá a decir "sly" muy pronto (de eso me encargo yo) y cada noche en que el frío cala los huesos pienso en nosotros al costado de la estufa jugando como niños.

Pat, pat, pat. Tengo la forma de tu cabecita grabada en mis manos, y tu cola se mueve en los espacios imaginarios que no pudiste conocer. Sé que te acuerdas de mi como yo de ti, y que donde estés me cuidas, me proteges, esperando el día en que volveremos a estar todos juntos otra vez.

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