Afuera la gente corre y grita. Todos están atrasados o los minutos de espera son eternos. Pocas sonrisas y muchas risas. El sol de primavera agobia y la sombra escapa. Los olores que dominan cada esquina son la mezcla perfecta de cigarro, sudor, tierra y fierro. Los niños que aún sobreviven al televisor juegan con algún celular. La plaza suma un nuevo visitante por cada minuto que suma el reloj. Los vendedores gritan sin pausa y sus monedas acompañan la mezcla de sonidos que hablan de un nuevo domingo en la ciudad.
Y yo, escondido, miro todo desde mi ventana. Desde mi silencio. Desde mi tranquilidad.
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2 comentarios:
la idea no es mirar detras de una ventana.....hay solo una forma de saber como es el fuego.....quemandose ......
ver la vida desde la tranquilidad de tus refugios no siempre sirve para conocer la vida
Coincido con Trincado en que no hay como vivir al límite de las emociones, sin embargo, me parece que muchas veces se está mejor destrás de una ventana o dentro de un tocadiscos, o -como es mi caso- encerrado en un laboratorio fotográfico, descubriendo segundos perdidos, congelados en papeles.
errecé
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