09 abril 2007

Son las siete

Hay un cuento por ahí que habla de un reloj innerte que dejó de funcionar un día dejando para siempre sus manecillas marcando las siete en punto. Y mientras todos los relojes avanzan segundo a segundo, éste permanece igual y sólo parece cobrar vida dos veces al día: A las siete de la mañana y a las siete de la tarde. En esos momentos el reloj tiene un segundo de vida, es un fugaz instante en que pareciera estar tan vivo como los demás... pero al segundo siguiente vuelve a dormir...

Pienso que la vida es igual, que hay veces en las que uno está en armonía perfecta con su entorno, pero un momento después esto se desarma y el caos se apodera de todo. Ves como unos avanzan y te dejan atrás, del mismo modo como tu te alejas y dejaste a los que estaban a tu lado tras de tí.

Desde hace un tiempo a esta parte me siento vivo, marco las siete en punto y existe una paz tanto interior como exterior. Me choca la frialdad de muchos y me descoloca el calor de otros, pero en general hay una tibieza en el aire que hace fácil la respiración.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que albergar al caos para dar nacimiento a una estrella danzarina..

Así habló Zaratrustra