Hace unas semanas, de
visita por Valparaíso, visité a un viejo amigo de esos que te
contagian con su energía y capacidad. Pero me topé con su sombra:
días atrás lo habían echado de su trabajo por culpa de Twitter
¿Qué error tuvo que cometer para que esto sucediera? Olvidar su
celular en una cafetería.
La historia es la
siguiente: Franco –nombre evidentemente falso pero que al menos
sirve para recordar uno de sus principales atributos como persona--,
abrió hace dos años una cuenta en Twitter y poco a poco fue
descubriendo el potencial de esta red social del pajarito celeste con
actitud inocente.